lunes, 28 de mayo de 2012

Acortar la distancia entre la teoría y la práctica

Uno de los temas que merecen ser tomados en cuenta es el del “aprendizaje de las prácticas docentes” ¿Se aprende por imitación? ¿Se puede aprender en una Universidad, sin salir de ella? ¿De qué manera podemos reducir la distancia entre la teoría y la práctica?





Tanto las concepciones clásicas de formación de profesores como las actuales, consideran que dentro de las condiciones requeridas para un buen aprendizaje docente está la de que se pueda realizar una adecuada formación para la práctica.

La propuesta tradicional de relación entre la teoría y la práctica, representada por las antiguas escuelas normales y sus “departamentos de aplicación”, implicaba un modelo basado en un supuesto de que se aprende a enseñar por imitación, viendo. Las nuevas teorías proponen una aproximación diferente, que postula que se debe “aprender” la práctica. Pero, singularmente, todavía no hay una “didáctica de la práctica” suficientemente aceptada, lo que lleva a la realidad de una cantidad de ensayos simultáneos de una serie singular de modelos alternativos.

Organizar experiencias realmente formativas situadas en la escuela ha significado un esfuerzo por elegir con cuidado los lugares escolares de trabajo para los estudiantes de pedagogía, buscando ofrecer diversidad de contextos al mismo tiempo que situaciones donde el aprendizaje docente sea posible. Esto no ha sido fácil. De todas maneras, en muchos países la práctica se lleva a cabo en diversas instituciones que pueden o no colaborar entre sí. Lo importante parece ser que las aulas elegidas funcionen de acuerdo con procesos similares a aquellos con los que se pretende formar al futuro profesor o profesora (Ávalos).

Una tendencia contraria a la de formar docentes en el nivel terciario o universitario se está desarrollando actualmente en países como Estados Unidos y Reino Unido donde hay duras críticas a que la formación de docentes se realice en ámbitos universitarios. Las críticas surgen no solo de expertos y autoridades sino también de los profesores que critican su formación por haber sido demasiado teórica y alejada de la realidad escolar.

Para contrarrestar esto se propone al propio ambiente escolar como el más adecuado para la formación (Martin). Esta tendencia despierta también una serie de cuestionamientos en la medida en que supone que el hacer profesional se nutre más de la práctica que del conocimiento teórico.

Una propuesta intermedia entre la formación práctica tradicional y la “basada en la escuela” es la llamada inmersión en la práctica. Una serie de experiencias en la región reconocen la necesidad de ampliar la experiencia de la práctica sin desatender la formación científica y pedagógica. “(Esta) innovación potencia la convergencia de distintas miradas en el análisis de la práctica así como el trabajo cooperativo entre los profesores practicantes…” “De esta forma, los centros educativos de práctica se constituyen en modelizadores del futuro trabajo de los alumnos” (Careaga).

Todos estos temas presentan problemas a la decisión política, en tanto implican redireccionar las tendencias tradicionales de la formación de profesores y en tanto requieren de cambios en la rutina, en las disposiciones y procedimientos y, sobre todo, en los aspectos de organización de la realidad educativa.


Extraído de
Los desafíos de la política educativa relativos a las reformas de la formación docente
Inés Aguerrondo
Trabajo presentado en la Conferencia “El desempeño de maestros en América Latina y el Caribe: Nuevas Prioridades”
Brasil, Brasilia, 10-12 de julio de 2002.


domingo, 20 de mayo de 2012

El conocimiento es libre

¿El conocimiento debe ser usado por algunos, o todos tenemos el derecho de acceder a ellos? ¿Bajo qué condiciones adquiere mayor valor? ¿Cómo se produce? ¿Cuándo un conocimiento es liberador? ¿Cuándo transforma nuestras realidades? Los siguientes párrafos se abocan al tema.



El conocimiento ha estado presente desde los principios de la humanidad, hemos avanzado como especie conforme él ha evolucionado. Pero también el conocimiento está estrechamente vinculado a la libertad, ya que el humano aprende, enseña y hace uso de sus conocimientos en la medida de la libertad que tenga para hacerlo.

Particularmente, el conocimiento es una cualidad humana que requiere determinadas condiciones sociales y amplios espacios de libertad para su generación, apropiación, aprendizaje, sistematización, interiorización, transmisión y aplicación. Su fecundidad en un contexto social adquiere su máximo valor en tanto se transmita y comparta de forma libre y abierta. Por eso, cuanta más libertad y sociabilidad existan en ese contexto social más conocimientos habrá en él.

El problema del acceso al conocimiento es un espacio de lucha social que ha existido siempre, por su vinculación al poder. Es una lucha entre quienes ven el conocimiento como patrimonio de la humanidad, con total libertad para acceder, aprender, enseñar y hacer uso del mismo, y los que no. Con la aparición de límites artificiales creados por los humanos, como las patentes y los derechos de autor, entre otros (mal llamados en su conjunto propiedad intelectual), el conocimiento ha venido perdiendo accesibilidad. En la actualidad, mientras que el avance de la tecnología por lograr una sociedad digitalizada y conectada brinda al conocimiento humano nuevas posibilidades de crecimiento, estos límites artificiales están restringiendo la posibilidad de aprovechar éste potencial, y posibilitando su manipulación según intereses particulares/privados. La razón fundamental de esto se debe a la aberración de hacer de él una mercancía orientada al lucro y a la exclusión, en vez de considerarlo un patrimonio colectivo de la humanidad.

Construir formas democráticas de construcción y socialización del conocimiento, desde espacios colectivos, es uno de los grandes retos de nuestra época, para contrarrestar y resistir al secuestro actual del conocimiento característico de esta fase del capitalismo. Esta fase del capitalismo, llamado por algunos autores como capitalismo cognitivo, ha venido desplegándose bajo diferentes formas a nivel mundial (marcos legales como la propiedad intelectual, formas tecnológicas como el DRM-Digital Rights Management-en español gestión de derechos digitales, modelo mundial de desarrollo científico-tecnológico, etc.), como una de las grandes apuestas de los imperios dominantes ante la crisis del capitalismo financiero.

Ahora bien, esos espacios de construcción y socialización del conocimiento deben coadyuvar a la generación de un conocimiento liberador, emancipador, de lo contrario no estaremos avanzando mucho en la autonomía de los pueblos. Para ello se requiere de formas de educación, modelos pedagógicos, que nos permitan transformar nuestra realidad, para lo cual se requiere concebir al proceso educativo como un proceso de concientización de la condición social del individuo a partir del análisis crítico permanente del mundo que le rodea. Esos nuevos modelos pedagógicos deben redefinir las prácticas docentes, los procesos de aprendizaje, el papel del aprendiz, entre otras cosas

Tales modelos deben ser distintos a las prácticas tradicionales que pregonan la supuesta neutralidad de las mismas, para pasar a un modelo educativo que problematice la vida diaria, que se inserte en la cotidianidad del hombre. Estas formas de educación deben promover la horizontalidad de las relaciones humanas, para lo cual son vitales estilos de diálogo que posibiliten la participación activa de todos, en la construcción de la matriz cultura de la cual se forma parte. Es importante acotar que esto jamás posibilitará un adoctrinamiento o manipulación por parte de otros, ya que cada individuo define su propio ser social en el proceso educativo.

Los espacios de aprendizaje colectivos pasan a ser componentes vitales de ese modelo educativo emancipador. Son espacios donde el conocimiento es visto como un bien público, un patrimonio de la humanidad, del cual todos debemos cuidar, velar y cultivar, para que desde allí, construyamos procesos autóctonos hacia un modelo de sociedad justa. Ese espacio también servirá para develar la otra gran mentira de las elites dominantes del conocimiento, cuando nos dicen que el mismo es neutro, que es aplicable y usable de la misma forma y en todas partes; así como también permitirá que cada espacio social se apropie del conocimiento que necesite, y construya con él sus propias realidades. Ese conocimiento construido colectivamente lleva implícito una propuesta consensuada de quehacer social, lo que permite, a su vez, convertir a ese conocimiento compartido en el mejor escudo protector y en la mejor estrategia para promover dicho quehacer.

Esos espacios de aprendizaje colectivo requieren de redes sociales orientadas a la consecución de formas de quehacer social basadas en la confianza interpersonal y en valores de reciprocidad, honestidad y solidaridad, entre otros. Estas formas de quehacer social fueron caracterizadas por cuatro aristas:

a) El arraigo que dicho quehacer debe tener en el ámbito donde existe, a nivel de su cultura, de sus vocaciones, de sus conocimientos locales y de sus potencialidades;

b) El control que deben tener los actores locales sobre el conocimiento generado y los procesos de aprendizaje que se van dando;

c) Los espacios de toma decisiones locales sobre el proceso de aprendizaje y del quehacer social, que garanticen debates y discusiones sobre la pertinencia del conocimiento que se está generando, sobre los modelos pedagógicos que se están usando, sobre las formas culturales que se están formando, entre otras cosas; y finalmente,

d) El enriquecimiento que acontece en el entorno y en los actores locales, tangible o no tangible. Dentro de los intangibles, uno de los más relevantes es el conocimiento generado por esta dinámica de construcción del conocimiento.


Esto rompe con los enfoques clásicos de quehacer social (muchos de ellos se cobijan bajo el termino de desarrollo), ya que parte del principio de hacerse a sí mismo (al hombre). En ese hacerse, aparece un conocimiento construido y compartido colectivamente, el cual no es visto como una mercancía, sino al servicio de la generación de espacios de vida sustentable, como un bien público del cual todos velamos y cultivamos. Así, es libre, enriquecido por y enriquecedor de la matriz cultural en la que estamos inmersos, coadyuvando a su autogeneración. Los principios filosóficos presentes en las comunidades del software libre aparecen naturalmente en esta concepción del conocimiento:

a) El conocimiento debe ser accedido y usado libremente, lo que permite el encuentro y uso de diferentes fuentes de saberes (conocimientos ancestrales, científicos, etc.), chocando con el modelo propuesto por las transnacionales de patentar el conocimiento, cerrar su acceso, entre otras cosas.

b) El conocimiento debe adaptarse libremente a los modelos de quehacer locales. Los derechos del colectivo y el control local sobre su quehacer, son la base de este principio.

c) El conocimiento debe ser compartido libremente con los demás a través de un proceso de construcción colectiva del mismo. Para lograr un conocimiento colectivo, se requiere de sólidas redes sociales, basadas en los principios de solidaridad y compañerismo.

d) El conocimiento adquirido puede ser mejorado libremente, y esas nuevas versiones del conocimiento deben poder ser compartidas libremente con los demás, para que así se beneficie el mundo entero.


Pero esa idea de conocimiento para que sea liberador, emancipador, del individuo, y le permitan romper con las cadenas de su enajenación, requiere de otro aspecto. Debe ser un conocimiento que permita aprender y entender el mundo en que vivimos, comprender cómo llegamos a ser lo que somos, tener una visión holística de nuestras vidas, explicar las causas históricas del acontecer actual, establecer una narrativa que le dé sentido a nuestra vida individual y colectiva. Y partiendo de ello, ese conocimiento debe posibilitar actuar sobre nuestras realidades para transformarlas, y reconstruir nuestro lenguaje madre como elemento fundamental para el cultivo de nuestra cultura.









Extraído de
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
Jose L. Aguilar C.
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
CONOCIMIENTO LIBRE Y EDUCACIÓN EMANCIPADORA
BARQUISIMETO – EDO. LARA – VENEZUELA
Volumen 15 Nº 1
Enero-Abril 2011






sábado, 12 de mayo de 2012

Educación y valores

¿Debemos reflexionar sobre cómo debe actuar un docente en solitario, o situarlo en un contexto? ¿Qué importancia asignamos a los “contenidos transversales”? Es evidente que una escuela, para poder funcionar adecuadamente, necesita de esos contenidos, fuertemente relacionados con la ética. Cabe entonces preguntarnos ¿Cómo debe influir la escuela en la sociedad?



Es difícil definir cómo es el mundo de hoy. Algunos hablan de que nuestra época puede denominarse como “neoliberal”, “globalizada”, “posmoderna”. Pero más allá de encontrar un nombre bajo el cual pueda agruparse la pluralidad de pensamiento, de formas de ser y de vivir nuestro complejo presente, sería más interesante discutir y hallar propuestas para enfrentar en nuestras aulas la realidad.

El escenario es complejo, día a día nos enteramos por los medios masivos de comunicación de sucesos como secuestros, corrupción, conflictos por el uso del agua, por la explotación de la tierra, tremendas desigualdades sociales en los niveles de vida y bienestar, etc. Parece que, al menos en el ámbito escolar, poco a poco se va perdiendo la capacidad de asombro ante hechos como los descritos, que son como un botón de muestra de la complicada problemática social. Aunado a esto, es frecuente escuchar el discurso de la crisis de valores o pérdida de valores, muy probablemente como respuesta al desconcierto ante este panorama. Más bien, debería hablarse de que los valores con los que fueron educadas las generaciones anteriores no pueden encajar con la situación prevaleciente.

Por otro lado, se ha afirmado que la escuela ha sido rebasada por la realidad, pues lo que en ella se enseña no tiene relación con el mundo de la vida. Los fenómenos de desarticulación de las generaciones jóvenes en relación con la sociedad, de la pérdida de referentes, de la violencia en diversas manifestaciones, se ven hoy como el más grande desafío de los sistemas educativos, de los aparatos culturales y de las sociedades. (Fuentes M.)

Esto implica, indirectamente, que la educación ha perdido también el rumbo, es decir, si la complejidad de la realidad ha superado las expectativas y la escuela no es capaz de responder a ello, la educación tendría también que redefinir sus fines. ¿Hacia dónde tiene que dirigirse la educación para reencauzar a la escuela? Una alternativa a este desafío es plantear un concepto normativo de educación: Educar debe ser una acción social justa, porque equitativa y solidariamente busca socializar mediante el conocimiento legitimado públicamente. (Cullen).

Concebida así, la educación, se liga con su trasfondo ético, pues la socialización del individuo implica la formación de un ciudadano que sea capaz de responder a las demandas personales y culturales que el medio le plantea mediante la coherencia entre el juicio y la acción, atendiendo a criterios solidarios, justos, igualitarios y libertarios que la sociedad demanda para superar los problemas que nos aquejan e iniciar la construcción de una comunidad humana mejor. Debido a que la legitimación del conocimiento se da a través de prescripciones curriculares, se propone que éstas se impregnen de contenidos ético- valorales, en el marco de una ética de mínimos, como la que plantea Adela Cortina, centrándose en el desarrollo de la personalidad moral.

Los valores son, finalmente, la fuente, el modelo y el fin que debieran sustentar todo proyecto educativo. Se conciben como  “... aquello que hacen que el hombre sea. Uno es en función de sus valores, es decir, de aquello a lo que se decide dedicar la vida y de la forma como se quiere vivir. Es así como un valor mantiene a las cosas juntas y, a la persona, íntegra y comprometida.” (Rugarcía) La ética, para que pueda atender a las necesidades del ser humano, ha de ser flexible y abierta para que se adecue a las situaciones complejas y cambiantes. Desaparecida la fe en la mano invisible, disipada la creencia en las leyes escatológicas de la historia, debemos abogar por éticas inteligentes y aplicadas que estén menos preocupadas por las intenciones puras que por los resultados benéficos para el hombre, menos idealistas que reformadoras y menos adeptas a lo absoluto que a los cambios realistas. (Lipovetsky)

La transversalidad es un enfoque que retoma el tipo de valores arriba descritos, dentro de una ética como la que propone Lipovetsky. La transversalidad permea el currículo introduciendo ciertos valores, actitudes y habilidades para orientarlo y conseguir ciertas finalidades.

Para entender qué es la transversalidad hay que llegar el trasfondo que subyace al currículo, es decir, a las teorías educativas, filosóficas, epistemológicas y políticas que lo sustentan. Dichas teorías definen qué contenidos se enseñarán, qué fines (valores) se persiguen, bajo qué metodología, qué perfiles del docente y del alumno se requieren, etc. Todos estos elementos son reflejados en el currículo de una institución escolar y se concretan en los planes y programas de estudio.

La transversalidad es precisamente un enfoque que vincula las finalidades de la educación con los temas y problemas importantes que aquejan a la sociedad: . . . podría entenderse como una condición educativa que hace posible una mirada holística al proceso educativo, con penetración en su sentido. El para qué de la acción educativa es su núcleo de reflexión. . . Es una nueva forma de entender la educación, el currículum desde un posicionamiento crítico ante la realidad. . . La importancia de la transversalidad radica en su contribución al fortalecimiento de la dimensión ética, política, axiológica de los procesos educativos, así como a la activación de la potencialidad de éstos para coadyuvar al desarrollo, sostenible.

Un enfoque transversal con orientación ética y social retoma el sentido humanístico y global que necesita la educación actual. La escuela, entendida como el espacio de concreción del currículo, debe convertirse en una alternativa para entender la compleja situación presente, no sólo del entorno local inmediato, sino de nuestro mundo; para construir un marco reflexivo que proponga los valores necesarios para hacer frente a los problemas que nos rodean y que conduzcan al compromiso y, por qué no, a la acción.




Autora
IRAZEMA EDITH RAMÍREZ HERNÁNDEZ
Escuela Normal Superior Veracruzana “Dr. Manuel Suárez Trujillo”, México
Extraído de
Revista Iberoamericana de Educación
ISSN: 1681-5653
n.º 55/2 – 15/03/11
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI-CAEU)


viernes, 4 de mayo de 2012

Pistas para entrar en las redes sociales sin caer en ellas

Las redes sociales en Internet han llegado para quedarse, por lo menos por un buen tiempo ¿Qué actitud tomar frente a ellas? ¿Pueden convertirse en un aliado del docente? ¿Qué prevenciones tomar? ¿Qué oportunidades brindan? El siguiente artículo reflexiona sobre el tema.



Después de la emergencia de la blogosfera, las redes sociales virtuales se presentan como uno de los fenómenos más revulsivos de la cada vez más digitalizada sociedad en la que vivimos. Millones de personas en todo el mundo, una gran mayoría de ellas menores de edad, expanden, desdoblan y comparten sus identidades en estos espacios digitales donde todos los aspectos de la vida se proyectan en nuevos escenarios de convivencia, y donde la educación puede y tiene que encontrar un nuevo laboratorio para desarrollarse.

Desde hace dos o tres años hemos asistido a un incesante y vertiginoso crecimiento de una modalidad de interacción digital que se materializa en las llamadas redes sociales. Se trata de algo más que una moda que sin duda marca una etapa en la evolución de Internet. Hoy resulta habitual que alguien pueda compartir con sus amigos las fotos del verano desde su cuenta de Facebook, que los adolescentes se mantengan al tanto de los movimientos de sus conocidos por lo que publican en sus páginas de Tuenti, o que redes como Linkedin sirvan como espacio para establecer y desarrollar contactos profesionales. Cuando menos los ajenos a este tipo de redes, e incluso a Internet, ven cada vez menos extraño que en la Web puedan ocurrir este tipo de cosas, aunque sólo sea por lo que transciende de ellas a través de los medios de comunicación convencionales, y aunque suela llegarnos con una imagen marcada por el sensacionalismo, lo anecdótico o lo temible.

Evitar tecnofobias y tecnofilias
Pero si bien estamos ante una nueva fase de Internet, ésta no deja de ser un paso más en la penetración en la sociedad de lo que desde el principio constituye el ciberespacio: una red de redes. Su esencia es precisamente la posibilidad de interconectar cualquier ordenador y conjunto de ordenadores y dispositivos a través del mismo código informático: el HTTP (Hipertext Transfer Protocol). De modo que una red social digital no es más -ni menos que una estructura digital que habilita a los usuarios que deciden pertenecer a ella para compartir la información que estimen oportuna con los usuarios que estimen adecuados. Para ello cuentan con una amplísima variedad de aplicaciones, herramientas y recursos que les sirven para comunicar, conocer, compartir o jugar…, como la vida misma. Evitar las posibles perversiones que puedan generarse en esas estructuras y que puedan afectar negativamente a nuestros menores, como en el resto de los espacios donde convivimos, depende más de una actitud consciente y responsable cultivada en los espacios de interacción presencial y de educación integral y activa que de un control exacerbado o represivo.

De hecho, las redes sociales son anteriores a Internet, funcionan desde que el hombre es hombre, y cuando se hacen virtuales no dejan de circunscribirse al ámbito humano. Considerar lo contrario, tanto por un excesivo temor a los posibles peligros de la Red, como por un eufórica admiración hacia las maravillas de la digitalización supondría dar un peso desmesurado a lo que aporta la tecnología a nuestras vidas y caer, por tanto, en las redes del determinismo tecnológico. Internet es una extensión de nuestra percepción de la realidad y de nuestra interacción con ella. Amplía, sofistica y transforma a ambas, pero nuestra capacidad de asimilar tanta energía e información no cambia, y nuestro tiempo sigue siendo el mismo. El sociólogo Félix Requena Santos, investigador de redes sociales tradicionales y autor de Redes sociales y sociedad civil, diferencia entre lazos virtuales y reales, considerando débiles a los primeros, y sólidos a los segundos. Alguien puede tener miles de “amigos” en su red, pero por mucho que se esfuerce sólo podrá mantener lazos fuertes con apenas unas pocas decenas de ellos. Además, los criterios para que los lazos puedan fortalecerse son los mismos que rigen en las relaciones presenciales: en el mundo virtual la amistad está igualmente estructurada y también prima en ella la identificación, de manera que se hace más propicia con aquellos con quiénes nos sentimos más parecidos. Es cierto que Internet favorece el avance del anonimato y la proliferación de identidades múltiples, lo que puede propiciar la acción de nuevas y viejas formas de esquizofrenia, adicción, manipulación y oportunismo abusivo, así como una desorientadora saturación de información. Pero también puede servir para elevar al consciente colectivo realidades que hasta ahora no solían desvelar los medios de comunicación tradicionales, realidades como conflictos olvidados y no resueltos o reivindicaciones políticas o sociales silenciadas por el pensamiento único. Por otra parte, según un estudio de Ocio Network, más del 60% de los encuestados reconoce que Internet se ha convertido en un medio de ayuda en sus relaciones sociales.

Un escenario más para la educación
Las tecnologías tampoco cambian la esencia de enseñar y aprender, pero pueden ayudar a introducir nuevas metodologías y entornos estimulantes para la educación. Facebook o Tuenti son algo más que un entretenimiento banal y postmoderno, y también son algo menos que un coladero para comportamientos degenerados. Para empezar es muy valioso lo que ya se ha avanzado con plataformas virtuales que no son otra cosa que redes sociales dirigidas a la formación online o al apoyo de las clases presenciales. Además de los blogs, valiosísimos como herramientas didácticas, llevo más de cinco años utilizando Moodle como herramienta de apoyo docente para mantenerme en contacto con mis alumnos, y puedo decir que es hoy un instrumento básico con el que consigo acercarme un poco más a los códigos que ellos comparten en otras redes más informales para expresarse, entablar relaciones y, claro está, para aprender. También tengo que reconocer que el acercamiento podría ser aún mayor si la estrategia se focalizara en esas otras redes.

De cualquier modo, lo que ofrecen las redes sociales populares es un ambiente favorable para conectar la educación formal con el aprendizaje informal y cotidiano. Como explica el profesor Juan José de Haro en su blog, estas redes permiten: reunir en el mismo “lugar” a profesores, alumnos, recursos y actividades docentes; aumentar el sentimiento de comunidad educativa; mejorar el ambiente de trabajo al permitir al alumno crear sus propios objetos de interés, así como los propios del trabajo que requiere la educación; aumentar la fluidez y la sencillez de la comunicación entre profesores y alumnos; incrementar la eficacia del uso práctico de las tecnologías digitales; facilitar la coordinación y trabajo de diversos grupos de aprendizaje mediante la creación de equipos de trabajo; y desarrollar el aprendizaje del comportamiento social básico de los alumnos.

Todo ello facilita un impulso indudable para la creatividad y la colaboración, claves para la generación y la apertura del conocimiento que ha demostrado el trabajo en red de iniciativas como la famosa Wikipedia, la red de webs de información alternativa Indymedia o el software libre como Linux y las licencias de reproducción Creative Commons. La colaboración es la esencia de la Red de redes y de la Web, que tiene como horizonte la llamada Web Semántica, algo así como un ciberespacio con sentido propio y basado en el lenguaje natural, en el que la privacidad de los usuarios no estaría reñida con la transparencia de los contenidos. En el camino hacia este ciberparaíso terrenal también podemos destacar herramientas colaborativas como Del.icious, una red social para compartir enlaces a sitios web y etiquetarlos mediante comentarios orientativos de los usuarios.

Si la creación colectiva es tan viable y valiosa para extender el conocimiento, también puede ofrecer líneas de desarrollo interesantísimas para la educación a través de las redes sociales. Quizás no sea tan viable hacerlo en espacios tan abiertos, inciertos y llenos de interferencias como Facebook o Tuenti, además de que podría suponer una invasión fallida de territorios demasiado personales de los alumnos, pero tenemos otras opciones aparte del ya mencionado Moodle. Ning ofrece redes sociales de forma gratuita que pueden ser cerradas al exterior. Además, para los grupos educativos de menores de edad permite eliminar la publicidad de Google. Por otro lado, Eigg es una red creada específicamente para la educación que, igual que Moodle, necesita un servidor propio, lo que, hace más complicada su configuración. Por último, Mi cueva se dirige a los más pequeños y garantiza la máxima privacidad gracias a que sus 20.000 usuarios registrados han pasado un control previo telefónico.

En definitiva, el de las redes sociales es un fenómeno que por sus crecientes dimensiones y los episodios escabrosos que se hayan podido dar en ellas, justifica una gran dosis de respeto y atención, pero no tanto de miedo. Son mucho más significativas las luces que ofrece su exploración. Además, si bien las tecnologías digitales, en general, y las redes sociales, en particular, nos presentan un nuevo desafío para tomar conciencia de la realidad, no hay que olvidar que, por mucho impacto que tenga en nuestras vidas, la tecnología es sólo una herramienta y no un fin en sí misma.


Autor
José Gª Madariaga
Miembro de Aire Comunicación
Profesor de periodismo y tecnologías digitales de la Universidad Rey Juan Carlos
Extraído de
Padres y madres de alumnos y alumnas



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