viernes, 14 de octubre de 2011

Aulas violentas

La violencia en las aulas, ejercida contra los alumnos, muchas veces es silenciada. No se trata solo de agresiones físicas, sino de burlas, que producen fuertes efectos negativos en las víctimas. Opino que se trata de un problema a investigar, y debemos conocer más sobre él, para tomar luego las medidas apropiadas.




Aulas violentas

Un informe de Unicef alerta sobre situaciones constantes de maltrato en las escuelas secundarias; diferentes ONG realizan actividades con niños y adolescentes para reducir el bullying.

 

El estudio se realizó con una muestra aleatoria de 1690 alumnos y 93 directivos, 36 entrevistas a padres, docentes y directivos, y 8 grupos focales a docentes y alumnos de escuelas secundarias públicas y privadas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires (Area Metropolitana de Buenos Aires).

Al 66% de los alumnos que conoce sobre situaciones constantes de humillación, hostigamiento o ridiculización entre sus pares se suma un 22% que teme que le ocurra a ellos mismos.

Cuando se consulta a los entrevistados sobre la percepción de violencia en las escuelas (en cualquier escuela), el 52% de los consultados considera la violencia en el ámbito escolar como un problema muy grave o grave. Sin embargo, al ser consultados sobre este fenómeno en sus propias escuelas, el problema tiende a ser percibido como mucho menos grave: el porcentaje de los entrevistados que calificaron al mismo como muy grave o grave se reduce a un 19,2 por ciento.

Burlarse de una característica física de un compañero y comentarlo en público, no querer compartir alguna actividad o simplemente evitarlo, obligarlo a hacer algo en contra de su propia voluntad, discriminarlo por cómo se viste, por cuestiones étnicas o religiosas.

Todas son situaciones de maltrato que, narradas en orden descendente, concluyen en un número: el 66% de los alumnos pertenecientes a los tres últimos años de las escuelas secundarias públicas y privadas de la ciudad y el conurbano bonaerense conoce sobre situaciones constantes de humillación, hostigamiento o ridiculización entre sus pares.
Así, según señala el estudio Clima, conflictos y violencia en la escuela, que realizaron el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), estos tipos de acoso escolar, conocido en el exterior como bullying , son más frecuentes que las agresiones físicas.

Violencia invisible
"Las formas de discriminación, burla u hostigamiento -esto infiere del estudio- evidentemente sí son manifestaciones que aparecen más fuertemente entre los adolescentes -dice Elena Duro, especialista en Educación de Unicef Argentina y directora editorial del estudio-. Podríamos inferir que para los adultos son formas más invisibles de violencia, es decir, en ocasiones es algo más difícil de divisar. No siempre un adulto se da cuenta de que su hijo puede estar siendo maltratado, o no siempre el docente está atento o preparado para percibir, o puede percibir, en ambientes tan diversos estos tipos de hostigamientos hacia cierto grupos de alumnos."

Por su parte, Jorge Fasce, docente y consultor del Centro de Estudios de Políticas Públicas (CEPP), sostiene que este porcentaje refleja dos fenómenos sociales. "A los adultos nos está costando hacer de adultos, les pasamos responsabilidades a los niños por no poder decirles que no o por no querer pagar el costo que significa poner límites. Eso genera mucha ansiedad, mucho temor en los chicos y los hace poner agresivos. El otro fenómeno -asegura Fasce- es que hay una valorización de la picardía criolla de reírse del que tiene alguna diferencia, difundida por los medios masivos de comunicación, sobre todo la televisión."

Duro destaca: "Estos tipos de violencia durante toda la vida pueden llegar a generar situaciones en detrimento de la persona victimaria, que tiene que ver con baja autoestima, imposibilidad de generar vínculos positivos con su grupo de pares, situaciones de temor permanente, es decir, situaciones que podrían aparecen como inocentes en realidad son situaciones que perjudican y mucho a los chicos que son víctimas de éstas".

Desde la Fundación Horacio Zorraquín, Luz García Cuerva, directora del programa Educar en Responsabilidad, afirma que estos agravios "en gran parte se deben a la falta de presencia de modelos claros que den seguridad y confianza, a la carencia de padres o tutores que eduquen con el ejemplo, así como a la dificultad que existe entre los socializadores primarios y secundarios respecto de la comunicación y el acuerdo entre ambos".

Fortalecer valores
Para evitar la violencia y fomentar el respeto, la Fundación Majdalani propone la educación en los valores en niños de entre 4 y 9 años, a través de Proyecto Valores, iniciativa que llega desde 1994 a 18.596 chicos, aproximadamente, en diferentes ciudades del país.

"El fin último es que los niños desarrollen su conciencia moral, internalicen los 18 valores que proponemos y comiencen el desarrollo de un correcto espíritu crítico. A su vez -comenta Lourdes Majdalani, directora del Centro para el Desarrollo Moral de Fundación Majdalani- creemos que el docente tiene que intervenir, por eso hay que formarlos para que puedan resolver conflictos y así trabajar desde la prevención."
En sintonía con Majdalani, la Fundación Horacio Zorraquín ofrece el Programa Educar en Responsabilidad, donde abordan prácticamente la temática de los valores desde la escuela, la familia y la comunidad.

"Hoy contamos con la participación de 126 escuelas beneficiando a más de 3780 alumnos en todo el país. Es necesario educar en responsabilidad desde edades tempranas, ya que de esta manera se van internalizando conductas y adquiriendo hábitos constantes que pueden sostenerse en el tiempo. Por ese motivo nuestro programa va desde sala de 3 años hasta el tercer año de la escuela secundaria -explica García Cuerva-. Notamos grandes cambios cuando toda la institución educativa se propone trabajar en conjunto, invitando a los padres a formar parte de este cambio."

Dialogar más
Los entrevistados concuerdan en que las acciones más efectivas sobre las que se puede trabajar para disminuir la violencia escolar se basan en mejorar la comunicación entre la escuela y las familias, y reconstruir el liderazgo tanto del docente como de los padres.
"Los adultos tenemos que ver que los chicos no reflejen las problemáticas que son nuestras -sostiene Adrián Dall'Asta, director de la fundación Proyecto Padres-. No debemos cargarles las tintas a que sea la escuela la que tenga que resolver todo. Hay que trabajar mucho desde la familia y generar ámbitos de comunicación, de reflexión entre los actores involucrados: la escuela, los padres, el Estado y los alumnos. Si no esto va a seguir siendo un diálogo de sordos donde cada uno espera algo del otro, ninguno se escucha, chocan las expectativas y esto genera más violencia."

Para Fasce la solución está en primer lugar en "hacerles entender a los adultos que tienen que ser adultos. Por su parte, los alumnos en función de hijos también tienen que entender que hay cosas que no se hacen por principios éticos y valores, y que cuando transgreden una norma tienen que recibir sanciones. Creo que los adultos tenemos que empezar a animarnos más de lo que nos estamos animando a sancionar".

En cuanto a la participación de los padres en las escuelas, según una encuesta que hizo la Fundación Horacio Zorrraquín en los colegios beneficiarios del proyecto, se observó que "cuanto mayor era el niño menor era la participación de los padres. Les costaba más acercarse y participar de las propuestas educativas porque entendían que esos chicos ya estaban educados, situación que debería revertirse ya que los adolescentes son quienes requieren un mayor espacio de escucha y contención", alega García Cuerva.

En concordancia con García Cuerva, Elena Duro afirma: "La escuela secundaria tiene un menor vínculo con las familias que el que puede tener en los otros niveles educativos. Los padres son pocas veces convocados, sólo cuando hay problemas de conducta o en casos muy puntuales", asevera la especialista en Educación de Unicef Argentina.

Y concluye: "Es necesario reconstruir el liderazgo con autoridad en las casas y las escuelas, revalorizar el rol de los docentes como líderes con autoridad -que no es autoritarismo-. La participación ciudadana y las democracias más evolucionadas exigen y requieren cada vez más escuchar la voz de los jóvenes, así como liderar procesos de participación".


Por Carla Melicci 
Para LA NACION

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