jueves, 29 de septiembre de 2011

Los adolescentes prefieren el diálogo a la violencia

Es habitual ver en la televisión escenas de violencia, y en ellas están involucrados jóvenes ¿Es la juventud violenta? ¿Así manejan sus conflictos? El siguiente artículo se refiere a una investigación sobre el tema, realizada en España.






La juventud española ha dado en la última década un salto democrático en cuanto a su forma de comportarse y relacionarse.               
La mayoría valora tener un buen ambiente familiar y la autoridad del profesor, según un estudio de Liga Española de la Educación y la Cultura Popular
Mientras que el 79% de los adolescentes se muestra partidario del diálogo para solucionar un conflicto, sólo el 5,95% se decanta por una actitud más violenta. Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado a alumnos de ESO, Bachillerato y FP de 25 centros públicos y privados.

Según el informe “Conflictos en la adolescencia. Los protagonistas toman la palabra”, realizado por la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular y el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, el 69% de los encuestados se ofrecería para mediar en los conflictos. Esta muestra de 1.416 adolescentes de ocho provincias españolas constata que las burlas, la alteración del orden y la falta de respeto y tolerancia son, por este orden, los conflictos que más les preocupan.
Para María Jesús Eresta, directora de la investigación y vicepresidenta de la Liga Española de la Educación, lo más interesante ha sido comprobar cómo los conflictos que viven actualmente los adolescentes son los que se han vivido siempre pero no se da un escenario de mayor conflictividad, “como a veces puede parecer por ciertas informaciones y ver como la mayoría de los adolescentes prefieren el diálogo como forma de resolver sus problemas hace que se caigan muchos tópicos”.

Rebeldía
En esta línea se manifiesta Gabriel Alconchel, director general del INJUVE, afirmando que este estudio demuestra que la juventud continúa rebelándose contra los que quieren condenarla al todo va mal y abocarla a la pasividad. “La juventud española ha dado en la última década un salto democrático en cuanto a su forma de comportarse y relacionarse, aunque hay que seguir insistiendo en la tolerancia, el respeto y en modelos sociales que premien el esfuerzo para limitar el daño que una minoría hace a la imagen global de juventud”, puntualiza.
Que los adultos discutan todo el día, la violencia en el hogar y no ponerse de acuerdo con los padres constituyen los problemas que más preocupan a los jóvenes de 15 a 18 años. Esta investigación determina que al 75% de ellos les gusta tener un buen ambiente en su familia y las chicas dan más importancia a este aspecto, concretamente el 50% de las madrileñas valora especialmente las buenas relaciones respecto a un 36% de los chicos. María Jesús Eresta reclama la colaboración de padres y docentes para que reflexionen sobre el papel de los adultos en la resolución de los conflictos, en casa y en la escuela, pero “es necesario que en la escuela se aprendan estrategias para la resolución del conflicto y herramientas para la protección del adolescente dentro del grupo”, asegura.

En busca de apoyo
Mientras que la mayoría (en torno al 80%) de los encuestados recurre a los amigos en busca de ayuda, casi el 16% de los chicos y el 9,5% de las chicas reconocen que no piden ayuda a nadie. Para la tercera parte de los adolescentes, novios y novias constituyen referentes significativos a los que se acude en busca de apoyo. Así como, la madre es la figura principal para solicitar ayuda para las chicas (33,7%) y para los chicos (15,2%), seguida de los hermanos y, finalmente, el padre para el 11,4% de los chicos y sólo el 5,9% para las chicas.
Paralelamente, el 18% de los alumnos y el 12,8% de las alumnas se decantan por un profesor para buscar apoyo y en mayor proporción entre los de 15 años, que alcanza casi el 20%, frente a los de 18 años, que se reduce al 13,6%.
Desde hace unos años, se han puesto en marcha programas de convivencia escolar en los centros, para la resolución pacífica de conflictos. La opinión de la mitad de los estudiantes sobre estos programas y la labor de los mediadores es que resultaban de enorme utilidad. Esta valoración es compartida por un número similar de chicas y de chicos.

La autoridad del profesor
Para un importante sector del alumnado el profesor debe sumir el papel de autoridad para la mejora del clima escolar. Más de dos terceras partes coincidían en reconocer que es necesario que los docentes “deben hacerse respetar más”. En el escenario escolar actual importa insistir en que la figura del profesorado debe mantener la condición de autoridad, para que sirva de modelo de referencia, de apoyo y de identificación para los adolescentes. No obstante, más de la tercera parte de los encuestados considera que profesores y tutores tienden a ser dialogantes con ellos.
Otro de los aspectos que aborda el informe es la afición a la lectura y revela que la chicas madrileñas de 15 a 18 años son las que más leen con un 64%, seguidas de las cacereñas y murcianas con un 52,9% y un 52,4% respectivamente. Mientras que sus compañeros reconocen esta afición un 32% en Madrid, 41% en Cáceres y 41,8% en Murcia.
Entre las conclusiones de este informe destaca que en los centros donde se realizó este trabajo de campo no se viven esas situaciones conflictivas e incontroladas que con frecuencia aparecen en los titulares sensacionalistas. No obstante, se pone de manifiesto que un sector de adolescentes viven mal a causa de los conflictos que tienen lugar en las aulas y en el ámbito familiar y que no encuentran cauces adecuados de resolución de los mismos, ni cuentan con las competencias emocionales y cognitivas que les habiliten para afrontar estos conflictos.

Las normas
Por una parte, en el ámbito escolar, la falta de cumplimiento de las normas y las incoherencias de algunas de ellas, generan un ambiente proclive a una mayor conflictividad que reproduce hostilidad e indefensión.
Por otra, en el familiar, las percepciones adolescentes destacan que los problemas identificados expresan el conflicto adolescente con el acatamiento de la norma. Aunque, en ocasiones se atribuye a la falta de coherencia en la aplicación de las normas, las contradicciones entre discursos y práctica y la sobreprotección paterna, además son determinantes las contradicciones entre los valores de la escuela y los de ciertos grupos familiares.
Los autores de esta investigación proponen a los adultos construir marcos normativos coherentes y estables, explicitar las normas y las consecuencias de su incumplimiento; establecer la figura de los adultos como referentes morales y formativos; y practicar la democracia y la tolerancia en las relaciones familiares y educativas. En esta línea, recomiendan desarrollar estrategias educativas y emocionales que permitan superar los mensajes contradictorios de ciertos estereotipos de género.
Por último, hacen referencia a los tres ejes sobre los que se asientan las dos instituciones en las que crecen los adolescentes: las normas, los afectos y la organización.



Fuente
Comunidad Escolar
Madrid. ROSAURA CALLEJA

domingo, 25 de septiembre de 2011

Buenos maestros, maestros fascinantes

Buenos maestros, maestros fascinantes
Los buenos maestros tienen buena cultura académica, mientras que los maestros fascinantes tratan de entender el funcionamiento de las mentes de sus alumnos para poder educarlos mejor.

Los buenos maestros tienen una metodología y son didácticos, mientras que los maestros fascinantes tienen la sensibilidad para hablar a los corazones de sus alumnos,

Los buenos maestros educan la inteligencia lógica, mientras que los maestros fascinantes educan la emoción, enseñan a sus alumnos a explorar su propio ser.


sábado, 17 de septiembre de 2011

De cómo la manipulación mediática nos convierte en una manada de búfalos en estampida

A veces me pregunto ¿Por qué hay tanta preocupación por la “inseguridad”, y tan poca por los accidentes viales? Día tras día, la televisión muestra víctimas de asalto, y lo repite histéricamente, dando la impresión que son muchos. En lo personal conozco una sola persona que murió mientras era asaltado, y eso fue hace unos cuarenta años, y docenas que han fallecido en “accidentes” de tránsito ¿Son los medios de comunicación que nos manipulan? Si, pero creo que hay algo más.

La televisión busca emocionarnos, y de esa manera nos ha “formateado”, somos seres preparados para “razonar con el corazón”. Hoy circula por los medios, incluyendo Internet, la idea que existen bandas, que a modo de ejércitos invasores, secuestran a jóvenes, para someterlas a una esclavitud sexual ¡Todas las jóvenes corren peligro! Como agua en catarata, mensajes en las redes sociales de Internet, con advertencias, y el aparato de TV hace referencia, con música que produce escalofríos.

Esto me recuerda a lo sucedido hace unos veinticinco años. En Argentina había retornado un gobierno surgido de elecciones, y allí apareció el mismo fantasma, con otra cara. Se decía, “secuestran a niños, y los devuelven al cabo de cierto tiempo ¡Con un riñón menos! O con una córnea faltante, o cualquier órgano duplicado que se le pudiese sacar” ¡Dicen que en tal lugar desapareció un niño, que fue encontrado días después con una cicatriz!, ¡le habían robado un riñón! Esos órganos serían usados con posterioridad en futuros trasplantes.

Las noticias periodísticas contaban sobre intentos fallidos de secuestros a niños, protagonizados por individuos que se movilizaban en una camioneta de color blanco. Ese vehículo existió, y se movilizaba en el país “fracasando” en secuestrar un niño al voleo, queda claro que no le interesaba llevárselo, sino agitar el fantasma.

La función de esos individuos fue la de estimular esa sensación de inseguridad, jaqueando a la incipiente democracia. Si permite que le pase eso a mis hijos, entonces ¿Sirve? Contra esto, era necesario poner un manto de tranquilidad.

Soy profesor de Matemática, en ese entonces hablé con un curso, con alumnos de unos catorce años, y en un momento, tomando distancia de las mates, les pregunté ¿Creen que existen los secuestros para robar órganos?, aprovechando que habíamos retomado la costumbre de votar, y para asegurar una respuesta libre de influencias, hicimos una votación secreta.

El resultado fue contundente. De aproximadamente veinticinco alumnas, solo una afirmó que no creía en esos secuestro, y el resto, estaba convencido de su existencia. Ante esto decidí propiciar una acción en conjunto. Cada uno debía averiguar en su entorno, preguntando a médicos conocidos si esas operaciones eran posibles, a abogados, si existía alguna denuncia firme, con casos comprobados, lo mismo a algún policía, o a cualquier persona que pudiera hacer algún aporte.

Durante varias semanas, unos minutos antes de terminar la clase, debatíamos sobre el tema, con las novedades aportadas. Todas ellas marcaban un solo rumbo, señalando lo insensato del temor, hasta que una vez finalizada la etapa de aportar pruebas, volvimos a “dictar sentencia”, nuevamente la votación, y el resultado fue… ¡Exactamente el mismo!

¿Qué pasó? ¿Todo fue inútil? Lo cierto es que cuando sentimos temor, no razonamos, el miedo es un arma poderosa, atraviesa todos los sectores. Ahora asume la cara de la “trata de blancas” y hasta se cree ver gente fotografiando niños en las plazas públicas, haciendo inteligencia para futuros secuestros, planeados por pedófilos ¿Qué pasó? ¿De repente el país se llenó de esa clase de gente?

No es bueno actuar como manada de búfalos, tras una estampida provocada por perros salvajes, el temor provoca aislamiento, desalienta la solidaridad y convierte los hogares en bunkers. Debemos mejorar nuestro sistema inmunológico, vacunarnos mediante una buena alfabetización audiovisual para que podamos usar los medios, sin ser usados por ellos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Tipos de docentes y de alumnos

Tipos de docentes y alumnos
Interesante video, bien preparado. Presenta una clasificación de alumnos (buena alumna es Susana, y quién no lo es se llama Roberto).

Lleva consigo una idea sobre el significado de aprendizaje, que se corresponde con las teorías cognitivistas, pero discrepo con la idea de “buena enseñanza”. Al final del vídeo afirma:

Finalmente estamos listos para definir que es una buena enseñanza.
Buena enseñanza significa hacer que la mayoría de los estudiantes usen los procesos cognitivos de más alto nivel, que los estudiantes más académicos usan de modo espontáneo. O diríamos, significa enseñar para que Roberto sea como Susana.

Si logro que un alumno mediocre se comporte como uno bueno, entonces mi trabajo será “enseñanza con éxito”. “Buena enseñanza” será siempre que las técnicas usadas estén de acuerdo con la didáctica del momento. No es correcto vincular la calidad de la enseñanza con los resultados, enseñanza y aprendizaje son procesos distintos, separados. Es cierto que debo buscar una “enseñanza con éxito”, pero también puedo afirmar que la enseñanza no implica aprendizaje, de la misma manera que “buena medicina” no implica “curación”, para afirmar que una práctica médica es buena, debemos ver si está de acuerdo con los conocimientos médicos del momento, no con el resultado en el paciente.


domingo, 4 de septiembre de 2011

Sin lugar para los frágiles


La problemática de la violencia entre alumnos no es tratada por estos lados, se desconoce y hasta naturaliza. El siguiente es uno de los pocos artículos periodísticos que se ocuparon del tema.


Carlos Agüero trabajaba en el campo, estudiaba de noche y visitaba las redes sociales como cualquier otro chico de 17 años. Pero ese ejercicio lúdico de encontrarse con otros y otras se fue convirtiendo en una pesadilla a partir de que un grupo de compañeros de colegio empezaron a agredirlo porque no parecía lo suficientemente macho, porque no había tenido novia, porque sus anteojos eran demasiado grandes. Lo tildaban de puto, con todo el menosprecio que puede cargar esa palabra cuando en lugar de decirla se la escupe. El nunca pudo hablar con nadie acerca de su sexualidad, la vergüenza y la sensación de encierro lo llevaron a colgarse de una soga cerca del lugar donde trabajaba. Murió solo, tan solo como se había sentido en la escuela que no quiso o no pudo contenerlo, que sólo exige que sobre su caso no se hable más.

Por Flor Monfort
Carlos Agüero tenía una confidente. Su prima María era, además, su mejor amiga, su compañera de banco, su cómplice cuando lloraba por los gritos, los insultos o los comentarios en Facebook. “Putazo” le escribieron en una foto que subió a su perfil y él, que no quería tener problemas con nadie, solamente lloraba con María. Carlos Agüero tenía 17 años cuando se colgó de un árbol en el medio de un campo cerca de Chepes, el pueblo donde vivía, a 240 kilómetros de La Rioja capital. Su tío lo buscó toda la noche del 16 de abril y lo encontró al amanecer, desnucado. No dejó cartas y su círculo jura que no había indicios de que iría a matarse, pero sí hay una historia que reconstruir, un rompecabezas que revela la discriminación y el terror de un chico que, como tantos, intentaba pasar desapercibido entre vecinos y compañeros por miedo a que le pegaran, lo burlaran, lo despreciaran. “Yo no podría creer que él no me contara si era homosexual, pero ahora, que no puedo creer lo que pasó y no puedo dejar de acordarme de él, pienso que tal vez ese era su secreto”, dice María. Ella junto a Franco, el hermano mayor de Carlos, reconstruyen los días anteriores al suicidio.

–¿Qué pasó el viernes 15?
Franco: –Fue el último día que Carlos fue al colegio. Nos levantamos temprano, somos cuatro en casa y nos organizamos para que cada uno haga algo. Cuando terminamos de hacer las camas y limpiar la casa, a la hora de la siesta, nos pusimos a tocar la guitarra porque yo le estaba enseñando. Después tomó la merienda y partió para la escuela.
María: –Ese día lo vi muy callado pero no pensé que pasara nada. En la mitad del segundo módulo pidió permiso y le fue a hablar a un chico, Franco Soria, que lidera el grupo de los que siempre lo molestaban. Se acercó a él y le dijo por qué le habían puesto “putazo” en la foto de Facebook y por qué no se lo decían en la cara. A Carlos siempre le gritaban “chau morocha” o decían “mirá cómo camina”, era una burla constante, pero él no quería tener problemas con nadie, ni quería que los padres se enteraran y además era muy frágil físicamente, así que la idea de tener una pelea lo aterraba.
El acto de valentía de acercarse a hablar con ellos por primera vez fue respondido con insultos y risas. Franco se puso a llorar en clase, y la preceptora lo sacó del aula y le pidió que se fuera a la casa. “No me dejó que lo acompañara y nos dijo al resto ‘que de esto no se entere el vice’”, cuenta María, que no está sorprendida por la actitud irresponsable de la escuela de dejarlo irse solo, a la noche, cuando además él había sido la víctima de las burlas. Disciplinar a través del miedo es moneda corriente en la Normal Quiroga, según la prima y el hermano de Carlos, que también fue a esa escuela.
Franco: –Yo compartí un año con él y ya desde el principio me comentaba estos ataques que sufría, pero yo le decía que no les diera bola. Lo jodían porque no le conocían novias o porque era muy estudioso. En una época íbamos a bailar salsa al Club Comercio y menos mal que no se enteraron, porque les hubiera dado tela para la joda. Este chico Franco, que era el más obsesionado con Carlos, había perdido la mamá hace poco tiempo, entonces la preceptora le dijo “entendelo, que está pasando un mal momento”, pero en general nunca reprendían a los malos y, además, ¿a Carlos quién lo entendía?
María: –Cuando terminó la clase me fui a buscarlo. Lo encontré en Cerro Carril Viejo, un galpón donde vamos los jóvenes a escuchar música. Estaba ahí solo, llorando. Me hizo prometerle que no le contaría a nadie lo que había pasado. Yo le dije que sí pero le pedí que él me prometiera que el lunes volvíamos juntos a la escuela, con la frente bien alta, y que esto no lo iba a afectar más. El me lo prometió. Yo cumplí pero él no cumplió su promesa.
Franco: –Nosotros queremos que la escuela se haga cargo, esto no puede quedar en la nada porque puede haber otros chicos o chicas en esta misma situación. Por eso llamamos al Inadi: yo creo que mi hermano no era gay, porque alguna vez me había dicho que tenía una novia, pero tampoco me interesa. El sufría discriminación y lo dejaron muy solo en la escuela. La policía está investigando, nosotros les dimos el celular de él para que vieran los mensajes donde lo atacaban pero por ahora nadie declaró ni pasó nada con la causa. Como es un suicidio, puede quedar en la nada.

LA REGLA DEL NO TE METAS
La escuela efectivamente hizo poco por contener a un adolescente que necesitaba ser escuchado. Que esa noche lo haya dejado volver solo a su casa puede parecer una anécdota que cobra sentido ahora, sabiendo que Carlos se sintió, más que liberado, sin salida. Pero es evidente que poner el velo del “secreto” en todo el episodio era la peor opción posible, igual que haber ignorado las señales de alerta durante los cuatro años de escolaridad de Carlos. Jamás citaron a los padres, nunca le preguntaron cómo se sentía, mucho menos castigaron de alguna manera la actitud violenta del resto. Pero ¿con qué herramientas cuenta una escuela cualquiera, no sólo en un pueblo aislado por la geografía, para tramitar este tipo de eventos? ¿Cuánto sigue pesando el mandato de que hay cosas de las que es mejor no hablar, sobre las que es mejor no preguntar, como si pertenecieran a la intimidad de cada uno, de cada una? De hecho, con la ley de educación sexual en suspenso de hecho, ¿en qué ámbito chicos y chicas pueden poner en juego sus dudas, sus temores, sus deseos?
Marcelo Lucero, representante del Inadi en La Rioja, explica que a raíz de este caso hicieron un relevamiento de Chepes, que es un pueblo muy chico, casi un paraje. “La escuela le dio la espalda al sufrimiento de Carlos. Era el segundo mejor promedio, jamás había tenido problemas de conducta y sufrió cantidad de maltratos en el aula. Las maestras y preceptoras en lugar de contenerlo y tratar de que el problema no pasara a mayores, lo dejaron ir esa noche. Un delirio, porque vos no podés dejar que el chico se vaya solo a la casa, mucho menos si asiste al turno noche. Es un caso que golpeó muy duro a La Rioja, porque gracias a varias cosas que están empezando a ocurrir, desde la ley de matrimonio y desde que cierta gente se niega a mirar para otro lado, tuvo bastante difusión. La directora de la escuela, Mili Vega, está tratando de tapar todo para desligarse de la responsabilidad, pero lo cierto es que su comportamiento es vergonzoso: la Escuela Normal Electrónica de Chepes es una institución estatal, sin embargo su gestión trata al alumnado como si fuera un colegio de curas y monjas, los obliga a llevar uniforme como si fuera un privado y ahora intenta que se deje de hablar del suicidio de Carlos”, dice Lucero, descargando la responsabilidad en actitudes individuales.
Apenas fue notificado, el Inadi local se comunicó con el Ministerio de Educación de la provincia, a cargo de Walter Flores, para que intervenga, no sólo en esta escuela en particular sino para que el caso motorice la reflexión general de la institución educativa y haya espacio para hacer charlas y jornadas de reflexión, pero Flores no respondió los llamados y circulares del Inadi. “Por lo bajo, nos acusan de ser ultra K, y nos mandan a pedir ayuda al gobierno nacional. Esta es una provincia muy conservadora, no es ninguna novedad, pero ignorar el suicidio de un joven por cuestiones políticas, ya me parece redoblar la apuesta de la gravedad del asunto”, concluye. También podría advertirse que exhibir la interna política, explicar lo que no se hizo sólo delata justamente eso: lo que no se hizo, lo que falta hacer.

UN CASO PUBLICO ¿CUANTOS SECRETOS?
El 27 de abril, familiares, amigos y muchos vecinos y conocidos de la familia Agüero marcharon desde la casa de Carlos hasta la plaza del pueblo para exigir la visibilidad del caso. Franco dice que necesitaba hacer las pancartas, salir a la calle, sentir que la gente se lamentaba por su hermano. Vio mil veces esa escena en la televisión: gente marchando en silencio, pidiendo justicia, tomados de la mano intentando reparar algo del dolor.
No puede entender cómo su hermano no le insistió en que necesitaba ayuda, ni le dejó una carta o le dio una señal, pero también está convencido de que él sólo no puede cargar con esa responsabilidad. “El suicidio de Carlitos podría haberse evitado, tal vez yo no debería haberme callado su sufrimiento, pero él tenía terror de que papá y mamá se acercaran a la escuela para pedir que interviniera y me hacía jurarle que no iba a comentar nada, si no el grupito que lo tildaba de gay le iba a decir que era una nena de mamá.” Fátima y Roberto Agüero, los padres de Carlos y Franco, son gente de campo; ella es ama de casa, él trabaja los fines de semana en el Pozo San Carlos, un paraje donde están las bombas hídricas que proveen de agua al pueblo. Ninguno quería que este caso se difundiera, pero esto ocurrió de todas maneras, un poco por casualidad, otro poco porque hubo ciertos ecos en medios alternativos que multiplican las voces en Internet.
Así, algo que en este momento puede estar ocurriendo en otros lugares, pequeños como Chepes, enormes como las grandes ciudades, empieza a salir a la luz gracias a quienes no quieren callarse. Uno de ellos es Facundo Moya, tiene 27 años y es ayudante en la cátedra de Antropología de la Universidad de Córdoba, donde temas como género, identidad, racismo y salud diferencial son centrales. Estaba en La Rioja cuando fue el suicidio de Carlos y sus padres conocen a la familia Agüero de toda la vida, por lo que el hecho lo motivó a escribir por primera vez una nota en el portal Indymedia que le dio más visibilidad al caso. “El motor para escribir la nota fue la bronca de pensar: ‘esta familia está hecha mierda y a nadie le importa un carajo’, de leer las notas diminutas de los diarios de allá y ver cómo obviaban la realidad, de hablar con Claudio Saul, el intendente de Chepes, y plantearle lo de la discriminación y que me conteste que no cree que este suicidio venga por ese lado, porque él construyó un polideportivo muy lindo para que los jóvenes puedan entretenerse, y me termine haciendo propaganda de su gestión, con la ‘música de fondo’ del llanto más desgarrador que escuché en mi vida, el de Fátima, la madre de Carlitos.
Así que quizá fue, al menos en parte, una especie de intento egoísta de exorcizarme un poco de esa bronca. Si sos puto, y además de clase media, excéntrico y rubio, tenés más posibilidades de subsistencia que si sos o parecés puto, vivís en una villa, o trabajás en una fábrica, o tuviste la mala pata de nacer en un pueblo de 10.000 habitantes”, dice. Al trabajo de Facundo se sumó la acción de Fernando Baggio, presidente de La Glorieta, una organización que trabaja intensamente en el ámbito de la provincia de San Juan, muy cercana al sur de La Rioja, donde vivía Carlos. “Apenas me enteré del suicidio hice un comunicado que luego tomó la revista digital Sentido G y provocó un comunicado de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.
Intentamos darle visibilidad porque la discriminación en Cuyo es muy fuerte; no son pocos, lamentablemente, los casos de adolescentes que nos contactan porque viven diversas situaciones de violencia, por parte de sus pares, vecinos, en la escuela e incluso de sus propios padres”, explica y apunta que éste es tal vez el suicidio más visible que se ha logrado asociar al bullying escolar desde la promulgación de la ley de matrimonio igualitario.

EL BULLYING ESCOLAR
En Estados Unidos, el acoso escolar a los jóvenes lgbt ganó notoriedad en la prensa el año pasado. Tyler Clementi, de 18 años, estudiaba violín en la Universidad de Nueva Jersey y se tiró del célebre puente Washington al río Hudson cuando un compañero de cuarto difundió un video donde se lo veía teniendo sexo con otro hombre. Billy Lucas, de 15 años, se colgó en su cuarto del Greensburg High School, en Indiana, por los tormentos recibidos durante años. Estos suicidios engrosaron la lista de los seis ocurridos sólo en septiembre de 2010 por bullying escolar a chicos o chicas gays y puso la lupa en la estadística general, que registra entre 5 y 8 suicidios por mes por esta causa.
The Trevor Proyect, una organización que brinda asesoramiento y contención en el paso a la adultez de los adolescentes lgbt, estima que los jóvenes homosexuales son hasta cuatro veces más propensos a intentar suicidarse que sus pares heterosexuales y calcula, gracias a su línea telefónica, que nueve de cada 10 estudiantes lgbt sufrieron algún tipo de acoso en su paso por la escuela. Basta poner “joven”, “suicidio” y “gay” en cualquier motor de búsqueda para registrar cantidad de casos en todo el mundo. Twitter, Facebook y otros redes sociales ayudaron a propagar el maltrato: en el caso de Clementi la voz de alerta sobre el video comenzó en la web de los 140 caracteres y luego se subió al perfil de unos de los acosadores, quien había puesto una cámara en el cuarto que compartía con Clementi para tomar las imágenes. En el caso de Lucas, sus propios compañeros llenaron su perfil de Facebook contando cómo eran testigos del acoso que él sufría, una especie de mea culpa masivo que daba cuenta del infierno sufrido por el chico.
En el caso de Clementi, los “buchones” están procesados por invasión a la privacidad y podrían tener hasta cinco años de cárcel, pero en general el bullying como delito es muy difícil de probar, se diversifica en distintos compañeros, se ampara en el anonimato de la red y no existe como figura legal. En este sentido, la causa abierta en la fiscalía de Chepes por el suicidio de Carlos no registra ningún movimiento ni se prevé una denuncia particular por parte de la familia hacia la escuela, quien, dicho sea de paso, jamás se comunicó con los Agüero para solidarizarse o excusarse por lo sucedido el día anterior a la decisión de Carlos.
Luis De Grazia, militante lgbt independiente y uno de los autores del cuadernillo “Salí del clóset” que el año pasado editó la Comunidad Homosexual Argentina, dice que éste es un caso más de los tantos que se registran cuando el colegio se transforma en un infierno para adolescentes lgbt. Algunos terminan en suicidio, como el de Carlos, otros tantos, según pudo comprobar él en la investigación preliminar a la redacción del cuadernillo, son intentos de suicidio que marcan a los chicos y los terminan de estigmatizar, y muchas de las historias de jóvenes marginados y acosados en sus lugares de estudio provocan la deserción del ejercicio escolar. “La escuela es una constante entre los chicos que no salieron del closet, porque hay un clima de convivencia donde está naturalizado el maltrato entre los compañeros. Ese discurso de ‘los chicos son crueles’ es muy pobre, porque en todo caso lo cierto es que los chicos ven adultos crueles y reproducen esas conductas. En la escuela se remarcan los estereotipos: está el negro, el boliviano, la puta, el chorro y el puto, y esa marca genera una vulnerabilidad enorme. Por tener que convivir todos los días con esa rutina tan jodida muchos chicos y chicas eligen no salir del closet hasta que terminen la escuela. Los miles de casos de homofobia, de misoginia y de transfobia tienen raíces muy profundas que no se destierran con una ley.” El proyecto del cuadernillo fue una excusa para ir a dar talleres en escuelas, cuenta De Grazia, y esa experiencia fue un exponente de las ideas que siguen circulando. Los chicos preguntaban ¿cuándo te hiciste homosexual? o insisten con que la homosexualidad es una enfermedad. En ese sentido, los relevamientos que existen en Estados Unidos sobre casos de bullying escolar a chicos y chicas lgbt señalan muy bien los contextos en los que se dan estos casos y remarcan la importancia del sin salida, la encrucijada que supone no tener apoyo en la casa, sentirse humillado en la escuela, no poder abrir la boca ni con un confidente. La información que recaban los sitios de The Trevor Project o de la campaña It gets better son útiles para encarar la militancia y las políticas públicas con otro matiz. “Hay cambios que se producen con mucha rapidez que tienen que ver con los debates o mismo con la ley, por eso son importantes, pero el horizonte sigue siendo el horizonte.”




Fuente
Página12

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